sábado, noviembre 23, 2024
Revista el Ferro-carril ASAFAL 2022

DESTRUCCIÓN DEL PATRIMONIO FERROVIARIO DE ALMERÍA

De manera progresiva e imparable se está produciendo la pérdida del patrimonio ferroviario de la provincia de Almería que, especialmente, se manifiesta en el estado ruinoso de los edificios de viajeros en distintas estaciones de la línea de Linares a Almería. Esto no es nuevo, pero con la reubicación por parte de ADIF de los equipos de control y telecomunicaciones en casetas prefabricadas, el abandono es total y la amenaza de la demolición planea sobre las que peor están.

A lo largo de esta línea, actualmente la única en servicio de la provincia, se construyeron estos edificios básicos con dos tipologías diferentes: el primero, formado de dos cuerpos, uno de dos plantas y tejado a dos aguas, mientras que el otro es de una sola planta y también con tejado a dos aguas; el segundo, de una estructura similar, pero de techo plano. Las aristas y bordes de puertas y ventanas son de ladrillo visto que le dan un estilo que recuerdan a ciertos edificios ferroviarios franceses.

Hasta comienzos de la década de 1990 conservaron casi su aspecto original, pero con la desaparición del personal en estas estaciones al entrar en servicio el Control de Tráfico Centralizado, se inició un constante deterioro en la mayoría de ellos que, como se puede comprobar en las imágenes que acompañan a este artículo, está llegando a un punto de ruina total.

La estación de Nacimiento fue demolida hace años y era un edificio que pertenecía a los básicos, pero que su planta baja fue prolongada por la importancia que tuvo este enclave ferroviario en su momento. Otros edificios que corren el mismo riesgo son los de Benahadux-Pechina, Fuente Santa, Gérgal, Doña María-Ocaña y Abla-Abrucena, además de encontrarse muy destrozados los de Cerro Saltador y Las Manchegas. Si continuamos por la línea en dirección Linares-Baeza o Granada, el número aumenta considerablemente.

Por desgracia, no hay ningún tipo de protección ni sensibilidad para mantenerlos tal y como nos los legaron. A diferencia de una casona medieval o un torreón musulmán, el desprecio es manifiesto hacia esta arquitectura ligada a esa revolución que supuso la llegada del ferrocarril a nuestra tierra.

Si ADIF, propietaria de estos edificios no es capaz de mantenerlos en buen estado, al menos ofrece la posibilidad de cesión o un alquiler simbólico y, sobre todo, los ayuntamientos que llevan su nombre deberían interesarse por su conservación y puesta en valor una vez que ya no tienen un uso estrictamente ferroviario. El día que desaparezcan perderán parte de su historia y lo llevarán en su conciencia.

REDACCIÓN ASAFAL