LA VOZ DE ALMERÍA
ASAFAL/ La Voz
Desde que en mayo de 1896 el vapor Albia embarcara en Aguamarga el primer cargamento de mineral de hierro, procedente de los filones que la Compañía Minera de Sierra Alhamilla puso en explotación en la vertiente nordeste de dicha sierra, en las proximidades de Lucainena de las Torres, la vida de este pueblo eminentemente agrícola, comenzó a experimentar grandes cambios sociales, económicos y tecnológicos que lo convirtieron, durante la mayoría de los casi cincuenta años que duró la explotación, en una comunidad próspera, modelo en muchos aspectos.
Tanto el ferrocarril de Lucainena a Aguamarga como las minas, fueron ejemplo en la época de buena organización, efectivi dad y economía en su funcionamiento y explotación. La Revista Minera expresaba en sus páginas, a propósito de ésta, que los alumnos de la Escuela de Minas han ido a Lucainena a aprender minería”.
Las minas y el tren daban trabajo a muchos habitantes del pueblo y de otras comarcas que casi siempre simultaneaban con las labores agrícolas. Y casi todo el mundo se beneficiaba de suministrar o prestar servicios a la empresa minera o a sus trabajadores.
En los años veinte de este siglo, Lucainena tenía alumbrado eléctrico público y privado, gracias al sobrante de potencia de la central diesel de la Compañía, que sustituyó a la anterior de vapor. Sus cuatro mil habitantes disfrutaban de adelantos y servicios superiores al denominador común de la época.
Infraestructuras
Lucainena contaba con telégrafo, colegio, teatro, estafeta de correos, juzgado municipal, puesto de la Guardia Civil con seis agentes, servicio diario de viajeros con Almería y Huércal Overa, tres agencias bancarias y siete empresas de carros de transporte. La sanidad del pueblo estaba atendida por dos médicos, un practicante y una comadrona. La empresa minera instaló un hospital en el que llegaron a efectuarse operaciones de cierta envergadura.
En el aspecto comercial, daban vida al pueblo y a su nueve anejos y cortijadas principales, cuatro molinos de aceite, dos balnearios de aguas minero-medicinales, un maestro albañil, dos exportadores de almendra, tres alpargaterías, cuatro barberías, dos carnicerías, tres carpinterías, ocho tiendas de comestibles y panaderías, tres casas de comidas, una droguería, tres comerciantes de esparto, tres estancos, dos ferreterías, cuatro ganaderos, dos fábricas de gaseosa, dos molinos de harina, una herrería, una fundición, dos papelerías, dos posadas, dos quincallerías, una relojería, dos tiendas de tejidos y zapatería, una talabartería, un horno de yeso, y como no podía faltar, tres cervecerías Y cinco tabernas que a buen seguro no estaban faltas de clientela.
Esto nos puede dar tina ligera idea de lo que fue Lucainena en sus años de esplendor que, después. la guerra civil y, el posterior desmantelamiento de las minas y la línea del ferrocarril minero se encargaron de extinguir.